Lo que aprobemos en este Congreso no puede sufrir la misma
suerte que los anteriores, casi todos olvidados sin haberse cumplido.
Raúl Castro, Informe central al vi Congreso del pcc [1]
La crisis económica como antesala del Congreso
En 2010 Cuba afrontaba una crisis severa y, sin llegar al extremo de los terribles años de 1993-1994 tras el colapso de la Unión Soviética y el mundo socialista, se estaba aproximando a una situación en extremo complicada [2]. El pib creció 1,4% en 2009 y 2,1% en 2010, solo un tercio del promedio regional. Pero además la cifra es dudosa : 65% del pib fue generado por servicios –salud, educación, administración, defensa, comercio– que están sobrevaluados y crecieron 7%, en tanto que la producción física solo generó un 19% y cayó 7% (debido a la descapitalización de la industria, el colapso de la producción azucarera y la contracción en la construcción) ; finalmente, 16% del pib se explica por los sectores de agua, gas y electricidad, que declinaron un 1%.
La formación bruta de capital disminuyó por segundo año consecutivo a 10% del pib, menos de la mitad del promedio regional y de los propios registros cubanos de 1989, antes de la primera crisis. La inflación creció 1,4% anual –solo un cuarto del promedio regional–, aunque la liquidez monetaria aumentó a 42% del pib (el doble que en 1989). El déficit fiscal se redujo de 5% a 4%, aunque siguió siendo superior al promedio regional de 2,4%, como resultado de fuertes recortes presupuestarios [3].
El sector externo tuvo un desempeño mezclado. Las exportaciones de bienes aumentaron (aunque todavía eran 22% inferiores al nivel de 1989), mientras que las importaciones se estancaron (lo que agravó la severa escasez interna) y el déficit comercial disminuyó (aun así, fue 74% mayor al déficit de 1989). Las exportaciones de servicios (pagos por profesionales cubanos que trabajan en el exterior –mayormente en Venezuela– y turismo) aumentaron y ayudaron así a compensar el déficit comercial. Pero los términos de intercambio se deterioraron por tercer año consecutivo debido al incremento del precio del petróleo y de los alimentos, la deuda externa ascendió a us$ 20.000 millones (el triple de 1989) y la dependencia cubana de Venezuela creció justo cuando la economía venezolana sufrió el peor desempeño regional.
En la esfera social hubo un pequeño incremento nominal en los salarios y las pensiones, pero sus valores reales (ajustados a la inflación) estaban respectivamente 73% y 50% por debajo de los niveles de 1989. La mortalidad infantil era 4,5 por 1.000, la más baja en el hemisferio después de Canadá, pero la mortalidad materna aumentó y se colocó 95% por encima de 1989. La construcción de viviendas decreció hasta la mitad de la tasa por 1.000 habitantes de 1989. El desempleo abierto se mantuvo en 1,6%, uno de los más bajos del mundo, pero después se verá que en realidad era de 11,6%. Y la población disminuyó debido al proceso acelerado de envejecimiento que agrava el costo de las pensiones y la salud.