Dos criterios han guiado la selección de los sectores analizados. El primero ha sido presentar la pluralidad como una pauta general de los movimientos sociales africanos: no hay que olvidar la diversidad interna a cada sector y territorio, pues responden a pautas propias de cada sociedad, por lo que siempre es un tanto arriesgado generalizar sobre un continente formado por 3.000 pueblos. El segundo busca incidir en temáticas que ilustran la creciente vinculación entre África y Europa, ya que partimos de la premisa de que África no es un continente desconocido sino olvidado. Simplemente hemos perdido la memoria del pasado y presente en común, por lo que la relevancia que puedan tener vistos desde el sur de Europa, España en nuestro caso, también ha contado.
Primero abriremos con las dinámicas de mujeres, para ilustrar que además de la imagen de dependencia y sumisión que se suele transmitir, las mujeres están a la vanguardia de algunos de los movimientos socio-políticos más importante. Y finalizaremos con las iniciativas vinculadas a la diáspora africana en el mundo.
Podríamos haber escogido otros sectores, como la juventud, sector de una gran diversidad, que recoge también una cualidad de los movimientos sociales africanos, su carácter holista no fragmentado, en el que se interrelacionan la dimensión individual y comunitaria, de complementariedad entre tradición y modernidad, local y exterior. En este sentido es característico el movimiento centrado en la cultura del hip-hop, movimiento de boomberang [1] , que surge en África, va a América y vuelve otra vez, recogiendo el papel de los griots [2] con formas de expresión actual, y enlazando además con las dinámicas de resistencia socio-políticas a las oligarquías político-económicas, al dominio exterior y a la colonización cultural presentes en África desde hace siglos [3].
Las mujeres dinamizadoras integrales
Las imágenes de las manifestaciones reclamando el fin de la violencia postelectoral en Kenya muestran que éstas estaban encabezadas por mujeres de diversas culturas y religiones que caminaban juntas interponiéndose entre los grupos enfrentados. Este ejemplo no es una excepción, el voto femenino a la oposición se encuentra detrás de algunos de los cambios políticos acaecidos en Senegal, como la derrota del partido socialista en el poder desde la independencia: las mujeres fueron el grueso de la famosa marche blue. Además, las mujeres africanas comienzan a ocupar cargos de máxima responsabilidad política, como Ellen Johnson-Sierleaf, presidenta de Liberia desde 2005. Y también son protagonistas de movimientos sociales innovadores y alternativos: Wangari Maathai, premio Nobel de la Paz en 2004 ha sido una de las fundadoras del Cinturón Verde, que combina ciencia, tradición socio-cultural y activismo político. O Margarite Barankitse en Burundi, impulsora de las Casas Shalom y Amani (paz en ki-swahili) que acogen a más de 10.000 personas y donde a través de la resolución pacífica de conflictos se incide en la superación de enfrentamientos étnicos.
Las mujeres también iniciaron la lucha contra la mutilación genital femenina (MGF); ya en los años 50 la abogada Henriette Kouyaté (Senegal) [4] comenzó un movimiento que aún hoy continúa. Una de las características de estas propuestas es la acción en red, como el Comité Inter-Africain sur les pratiques traditionnelles [5] , que se extiende por 26 Estados e incluso ha fundado delegaciones en el exterior como el GAMS (Groupe femmes pour l’abolition des mutilations sexuelles ) en Francia [6] o FEMMES AFRICAINES, Horizon 2015 en el Quebec [7] . Estas redes se encuentran tanto en África occidental como oriental, tal es el caso del Proyecto WOMANKIND [8] que actúa en Egipto, Etiopía, Kenya, Somalia, Somaliland y Sudán. El valor de esta organización reside en parte en la voluntad de continuar la actividad en territorios afectados por conflictos armados. Ahora bien, estas iniciativas se inscriben en la lucha contra la discriminación socio-política de las mujeres, porque estos fenómenos están interrelacionados: sin un mayor empoderamiento de las mujeres será difícil, sino imposible, la desaparición de la MGF.
De hecho, la forma en red de las iniciativas antes comentadas se basa en las estructuras tradicionales de organización femenina, en la mayoría de los casos invisibles y desconocidas para el observador exterior. Por ejemplo, el éxito de los microcréditos y bancos comunales no se fundamenta sólo en lo original de esta idea importada por organizaciones internacionales sino en la existencia de grupos femeninos de ahorro popular locales, las llamadas tontines. Tradicionalmente era un sistema utilizado por las mujeres para afrontar los gastos de ceremonias y celebraciones (bautizos, bodas, sabar, etc.); para comprarse ropa o joyas, pero, con la crisis económica de los últimos 20 años, las mujeres africanas han desviado estas cantidades de dinero para atender las necesidades en salud, educación... de sus hijos y de la familia, o para crear pequeños negocios. Estos grupos se fundamentan en la confianza y la acción comunitaria, por ello la introducción de los microcréditos individuales puede ser contraproducente: “frente a la lógica del capital, la lógica de las tontinas es la de la reciprocidad. Frente a la lógica de la acumulación, la banca popular favorece la rápida circulación del capital” [9] . Aunque las tontines no las forman sólo mujeres, también hay presencia masculina y también las encontramos fuera del continente, en las tierras de emigración, los inmigrantes africanos en Europa las organizan como estrategia de gestión y ahorro comunitario. Este último ejemplo nos lleva al último de los sectores a describir, el de la diáspora.
Un continente en constante movimiento
Desde la época de la Trata la diáspora ha estado presente directa e indirectamente en las transformaciones del continente negro. Los promotores del Panafricanismo en los siglos XIX y XX: Padmore, G. du Bois, S. Williams, A. Césaire o M. Garvey, nacieron en América y contactaron con líderes de la descolonización como N’Krumah, en Ghana; Kenyatta, en Kenya; Azikiwe en Nigeria o Johnson en Sierra Leona.
Esta presencia continúa en nuestros días y la vemos en el hecho de que los emigrantes retornados a menudo participan de las dinámicas sociales y políticas de sus países de origen; así, “en las elecciones de 2000 –en Kayes (Malí)- se ve cómo, en esta región de emigración, la mayoría de electos locales han pasado por la vida asociativa, por la emigración y son todos antiguos emigrantes” [10]. Desde el Estado español también surgen iniciativas en la misma línea, el 30 de mayo de 2008 se presentó en Dakar la Federación de Emigrantes Senegaleses, una iniciativa de migrantes residentes en España y que cuenta con el apoyo de asociaciones de migrantes senegaleses de Bélgica, Francia o Italia.
La interdependencia entre las sociedades africanas y sus emigrantes es evidente, tanto por la dependencia económica de las remesas como por las iniciativas llevadas a cabo por los migrantes en sus poblaciones de origen, el llamado codesarrollo, que parte de la premisa de que un porcentaje de los migrantes se implica en el desarrollo tanto de las sociedades de emigración como de las de origen. Hemos de tener presente que las migraciones africanas implican a la totalidad de la población, desde el personal no cualificado con espíritu emprendedor que asume la responsabilidad del grupo, hasta los profesionales. Por ello cada año, según la OMS, salen del continente 23.000 médicos y personal de enfermería, y el Banco Mundial cuantifica que entre 1960 y 1997 ha partido de allí el 27 por ciento del personal altamente cualificado. Sin olvidar que el 5,6 por ciento de los estudiantes universitarios africanos realiza su formación fuera de África, siendo así el colectivo con mayor movilidad del mundo: no hay otro continente que tenga un porcentaje similar de universitarios en el exterior.
Hemos intentado mostrar la importancia de ampliar nuestro conocimiento sobre los movimientos sociales africanos. Una importancia creciente ahora que, gracias a los procesos de globalización y del fenómeno migratorio, la realidad de Europa está cada vez más vinculada a la de África y viceversa; y aunque sólo sea porque España forma parte de los territorios de la diáspora africana en el mundo. Ahora bien, el conocimiento también ha de fundamentarse en el diálogo: “para inscribirlo en una lógica real de cambio, es necesario habilitar a los actores populares a modificar las reglas de juego decisional y a introducir sus propias reglas” [11] . En demasiadas ocasiones el diálogo intercultural entre africanos y europeos se ha producido según las reglas impuestas desde una de las partes; se suele realizar, por ejemplo, en lenguas europeas y acostumbra a atender a los temas de agenda que le interesan al Norte. Por ello habríamos de estar dispuestos a reorientar conceptos y maneras de hacer: “el desarrollo depende de los hombres. Es necesario dar apoyo a aquel que desea desarrollarse teniendo en cuenta cual es su concepción de desarrollo” [12] . Y en muchas ocasiones para los pueblos africanos esta concepción vuelve a referirse a la dimensión comunitaria de la persona. Para los peul del sur de Senegal, por ejemplo, el término para traducir desarrollo es baamtare, que quiere decir “estar bien juntos”: no se entiende el bienestar individual sin el de los demás y en convivencia.
Este marco nos lleva a recordar que desde hace décadas las entidades africanas de todos los ámbitos plantean un cambio en las formas de relación con las entidades occidentales. En palabras de Cheik Tidiane Diop: “África no necesita ser ayudada o asistida, necesita sobre todo ser reconocida y considerada”.
*Rafael Crespo forma parte del Centre d’Estudis Africans de Barcelona. Este artículo ha sido publicado originalmente en el Especial de Verano “África Subsahariana”, Julio de 2008.
Notas
[1] Titulo de uno de los álbumes de Daara J (Senegal) más reconocidos, en el que cuenta con la colaboración de Sargento García, grupo formado por franceses descendientes de migrantes europeos y africanos.
[2] Danny Hoch, estudioso estadounidense del hip-hop, como otros especialistas, considera a los griots como los principales transmisores de la tradición oral africana, los más remotos antecesores de los MC. Ver en www.hiphopnation.org/contenidos/marzo/entrevista07.htm
[3] Para una visión histórica de las resistencias africana ver Jon Abbink, Mirjam de Bruijn y Klaas van Walraven (eds.) (2008): A propósito de resistir.Repensar la insurgencia en África, Ed. Oozebap, Colección Pescando husmeos n.º 4, Barcelona: www.oozebap.org/arroz/resistencia_africa.htm
[4] http://aflit.arts.uwa.edu.au/MGF6.html
[6] http://pagesperso-orange.fr/..associationgams/pages/legis.html
[7] www.fah2015.org/index.html
[8] Más información en: www.gloobal.net
[9] Lola López: “Ahorro y financiación en la economía popular”, Centre d’Estudis Africans: www.absolum.org/ot_tontinas.htm. Ver también Bernd Balkenhol y E.H. Gueye: “Tontines and the banking system - is there a case for building linkages” OIT: www.ilo.org
[10] Daum, Christophe (abril-septiembre 2004), “Migrantes, protagonistas del desarrollo: Una mediación en dos espacios” en MUGAK, nº 27-28, pp. 7-12.
[11] Enda Graf (2001): Une Afrique s’invente, Editions Karthala, Paris, p .197.
[12] Coumba Dieng, “Les paradoxes d’un coopération sans dialogue”, en CIMADE (1996): Quand l’Afrique posera ses conditions. Négocier la coopération internationale: le cas de la Vallé du fleuve Sénégal, Paris, Fondation Charles Léopold Mayer. La propuesta del diálogo es una constante en los autores africanos, como Appiah Kwane en Cosmopolitismo Buenos Aires, Katz Editores, 2007.