El próximo domingo asume la presidencia de México Andrés Manuel López Obrador, usualmente nombrado por sus siglas, AMLO, quién ganó la elección presidencial el 1o de julio recién pasado en la primera vuelta, con mayoría absoluta de algo más del 53 % de los votos válidos, por sobre otros tres candidatos ; mayoría absoluta también en treinta y una de las treinta y dos entidades federativas que constituyen el país ; y mayoría absoluta de parlamentarios electos para el Senado y la Cámara de Diputados.
El amplio triunfo electoral alcanzado no obedeció, por cierto, a designios impuestos desde el poder establecido, sino justamente a lo contrario : un genuino impulso popular de cambio.
López Obrador ha definido su gobierno, ya desde la campaña electoral, como la cuarta transformación.
En la historia de México desde la conquista hispánica se reconocen, en efecto, claramente tres períodos sucesivos de transformación :
- la Independencia nacional del dominio español, 1810 – 1821 ;
- la Reforma, guerra entre liberales y conservadores, 1858 – 1861, tras la cual se establecieron las “leyes de Reforma”, que incluyeron la separación entre la Iglesia y el Estado ;
- la Revolución, 1910 – 1917, que derrocó la dictadura oligárquica, dio lugar a la reforma agraria y una nueva Constitución, al predominio capitalista y años después a la nacionalización del petróleo, al desarrollo de las artes y una cultura nacionalista, indigenista y popular, y al sustento estatal de una intelectualidad autónoma de notable proyección.
Tras los primeros gobiernos post revolucionarios, en 1929 se constituyó un partido de gobierno con el nombre de Partido Nacional Revolucionario, que en 1938 se transformó en Partido de la Revolución Mexicana y en 1946 en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ; durante estos años surgieron también algunos partidos con ideologías y principios contrarios a la revolución, en general de corta vida y escasa significación, pero incluso alguno, como el Partido Acción Nacional (PAN), que perduró.
En rigor, el PRI fue históricamente un partido estatal, ocasionalmente apuntalado por algunos pequeños partidos para estatales ; una suerte de partido único de gobierno que cooptaba en su propia estructura las principales asociaciones sindicales y organizaciones populares, sin contrapeso en la vida política, lo que de hecho fue llamado “una dictadura perfecta”. Fue sólo después de 1976, tras la crisis que provocó la masacre de Tlatelolco en 1968, que el sistema en sí empezó a evidenciar falta de legitimidad. En 1977 se aprobaron entonces distintas modificaciones constitucionales y una ley de Organizaciones Políticas y Procedimientos Electorales (LOPPE), se admitió el registro de distintas organizaciones políticas, se otorgó tiempos de radio y televisión a las distintas fuerzas políticas y se introdujo una nueva forma de representación proporcional que garantizó la presencia parlamentaria de todas las corrientes electorales significativas.
El PRI eligió todavía al presidente de la República de hasta el último sexenio del siglo pasado ; aunque ya en 1979 su votación para diputados se redujo a algo menos del 70 % y fueron electos representantes de otros varios partidos ; y diez años después, en 1989, perdió por primera vez una elección de gobernador. A fines del 2000 perdió también por primera vez la elección presidencial, y durante dos sexenios hubo presidentes del PAN, hasta que en 2012 el PRI recuperó la presidencia para el período que termina ahora con el más bajo respaldo popular que haya tenido nunca un presidente en el país.
Al remontarse a las transformaciones anteriores, AMLO se identifica con el curso progresista del país.
Tiene una dilatada trayectoria política, habiendo sido dos veces candidato a gobernador de su estado federal de origen ; jefe de gobierno del Distrito Federal (Ciudad de México) de muy exitosos resultados ; candidato presidencial en dos ocasiones anteriores que impugnó los resultados electorales ; y es el principal dirigente de MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional) que es partido mayor de la coalición con que ganó ahora las elecciones.
México es el segundo país de mayor población en América Latina ; el tercero de mayor territorio ; ha sido el dique histórico de contención de los EEUU en su relación con América Latina ; es el país origen de la mayor parte de la población hispano parlante en EEUU ; es la segunda economía más grande de America Latina y la decimo tercera del mundo ; tiene un PIB per cápita a paridad de poder adquisitivo de sobre los USD 20.000 ; es de lejos la economía latinoamericana con mayor grado de industrialización.
La elección de López Obrador responde a un largo período de cuarenta años de progreso en el régimen democrático del país. Su planteamiento de la cuarta transformación es ahora “de una transformación ordenada, pero profunda y radical” ; sus objetivos declarados son resolver los principales problemas del país : terminar con la corrupción institucional generalizada ; terminar con el despilfarro y los privilegios gubernamentales e implantar una austeridad republicana ; enfrentar el elevado nivel de violencia existente y su relación con el narcotráfico ; reducir la pobreza y la extrema desigualdad económica, étnica y geográfica.
Todo lo anterior planteado representa un desafío formidable de más democracia, más inclusión, fortalecimiento del Estado de derecho, más incidencia del Estado en la orientación de la economía a la vez que libertad económica, más crecimiento a la vez que equilibrio macroeconómico ; aún si no todo consigue llevarse a término, lo que se avance será un gran logro para México. Y el avance de México, un avance ejemplar para América Latina.