Primer semestre de 2008. Sl Sur vive una oleada de violentas irrupciones populares tras el vertiginoso aumento de los precios alimentarios. Ningun continente logro escapar. Como un reguero de polvora, estallan de manera sucesiva manifestaciones urbanas en Guinea, Burkina Faso, Camerun, Senegal, Haiti, Costa de Marfil, Filipinas, Bangladesh, Pakistan, Indonesia, Malasia... Occuren casi de forma simultanea en Marruecos, Tunez y Egipto. Por doquier el escenario parece repetirse : aumento local de los precios, manifestaciones de colera popular, saqueo de tiendas o almacenes, proclamacion de estado de emergencia por parte de las autoridades, enfrentamientos violentos con las fuerzas del orden que, en ciertos casos, no vacilan en disparar contra la « multitud ».
Rapidamente un viento de panico se apodera de la comunidad internacional. Ante esta multiplicacion de « manifestaciones contra el hambre », algunos hablan ya de la « primera crisis alimentaria global despues de la Segunda Guerra Mundial ». Otros senalan el caracter inédito de esta crisis, muchos temen el contagio alborotador.
El tono es alarmante ; el cuadro pesimista : Se trata de 100 milliones de personas, senalan las Naciones Unidas, que podrian caer en la pobreza debido al alza de los precios de los productos alimentarios basicos, si no se toma ninguna medida enérgica.
Sin embargo, el concepto de « soberania alimentaria » sale a relucir, que sintetiza los diferentes retos ligados a los problemas agricolas y alimentarios y define un proyecto alternativo para las politicas de liberalizacion, y que puede servir de base a tales convergencias, come lo muestra el éxito de la experiencia de Via Campesina.
Por otro lado se reclama una reorientacion radical de las politicas agricolas para superar el caos a cuya creacion ha contribuido la globalizacion, recordando de paso que las politicas de libre comercio han desestructurado a las sociedades rurales y « lanzado a milliones de trabajadores rurales y urbanos a una economia informal, en donde el hambre constituye una realidad cotidiana »