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La caña de azúcar en la resistencia campesina-indígena

Hijo a su Papá : viejo, usted no le está ganando a los atados ; solo es por trabajar.
Papá : sí, en eso me crié y me hace falta.
Mamá : ¿y de donde creen que viene nuestra ropa, este techo… y parte de la comida ? ¡de sudar en los atados !

(Conversación en una familia campesina, Yoro, Honduras, 2017).

La caña de azúcar fue domesticada hace 10 mil años en la isla de Nueva Guinea. Entre 1425 y 1493 llegó al Nuevo Mundo basado en mano de obra esclava y en la degradación ambiental. Esa esclavitud comenzó a ser frenada en 1807 cuando Inglaterra prohibió el tráfico de esclavos que se daba por la compra de esclavos en Africa con el mismo azúcar ; para entonces más de 11 millones de esclavos habían sido traídos, más de la mitad a las plantaciones de caña (R. Cohen, “Pasión por el Azúcar” en : National Geographic). Esas plantaciones se dieron a costa de despojarles de sus tierras a las poblaciones indígenas. Con la caña de azúcar, vemos que ‘mucha agua ha corrido debajo del puente’ –más que agua, sangre humana.

En Centroamérica, una parte de la elite sigue en la industria del azúcar con enormes costos humanos y ambientales (ver caso Guatemala : Labrador, Villagrán, Sánchez y Alvarado, “El cartel del azúcar de Guatemala” en : El Faro 25-4-2017, https://elfaro.net/es/201704/centroamerica/20091/El-cartel-del-az%C3%BAcar-de-Guatemala.htm). Ante ello, las familias campesinas e indígenas han incluido la caña de azúcar a su estrategia familiar de autosuficencia y de generación de ingresos. ¿Les permite la caña de azúcar resistir ? ¿Es esa caña, que tanta muerte ha sembrado, también un medio para la vida ? Argumentamos que, si las familias se organizan para agregar valor a la caña de azúcar, pueden resistir al despojo, quedarse en sus comunidades sin ser empujadas a emigrar, y a la vez contribuir a la sostenibilidad ambiental. En coherencia, en este artículo describimos la perspectiva campesina con la caña de azúcar, el despojo que han sufrido, su viabilidad, y los desafíos que implican el acompañar esos procesos de reposesión.

1. Estrategia campesina

Cuando las familias campesinas se ven obligadas a emigar, suelen llevar consigo unas matas de caña de azúcar, y otras familias también el trapiche. Las familias llegan a las montañas o a lugares donde pueden comprar tierra más barato. Allí inician a producir maíz y frijol, establecen su chatal (musáceas) y la caña de azúcar, conservan parches de bosque como madera y leña, y crían ganado menor (aves y cerdos) y 2 o 3 reses. Su estrategia es diversificar y reducir riesgos : el bosque para madera (construcción de casas, postes) y leña para la cocina y para el horno del trapiche ; siembran maíz, frijol y chatal para garantizar su alimentación ; cultivan caña de azúcar que lo transforman en atados de dulce para su consumo (endulce del café y refrescos naturales, hacer miel, buñuelos, ayote en miel, mangos en miel, torreja, totoposte, chirrión y guaro –y como nos cuenta el jóven D. Mejía “las recetas de mi abuela son mejores con panela”) y para venderlo. La venta de los atados de dulce durante buena parte del año y la venta de 2 a 3 reses al año, es dinero efectivo para cubrir sus otras necesidades (sal, jabón, fósforo, etc ) y para comprar su “estrene”.

Debido a su lejanía de los mercados, la idea de las familias campesinas es depender lo menos posible de productos de afuera. Por eso, para generar ingresos les es más fácil sacar atados de dulce para venderlos en los poblados que racimos de plátanos o maíz, llevar 100 lbs de atado les genera un poco más del doble de ingresos que 100 lbs de maíz. Además, la caña es uno de los rubros que las enfermedades o insectos menos afectan, y una vez establecido requiere poco trabajo y puede rebrotar año tras año durante más de 50 años. De ahí que, junto a la caña de azúcar, surgen trapiches de madera y después trapiches de hierro, movidos por una yunta de bueyes, y en algunas comunidades trapiches movidos por motor. La caña-atados de dulce, en algunas comunidades, es su única manera de vincularse al mercado y de obtener cash.

2. Presiones combinadas con despojo

A los 25 y 30 años de vivir en esas comunidades, las familias sienten presión sobre su estrategia económica (diversificación y generación de ingresos), social (relaciones de mediería y mano vuelta –mutua ayuda) y política (decisiones y autonomía). El ‘efecto dominó’ de la llamada frontera agrícola se hace sentir (ver : Maldidier, Ch., 2004, “agricultural pioner fronts, the crest of a far-reaching wave”). Las tierras se cansan y bajan su productividad, requiriendo ser alimentadas, lo que a su vez presiona por recursos financieros para comprar fertilizantes. Por la demanda mundial de azúcar y lo lucrativo para los oligopolios, las grandes plantaciones de caña de azúcar, palma, arroz, y ganadería extensiva, requieren más tierra y más agua, y esa presión se hace sentir en las comunidades cuyas familias en momentos de mayor fragilidad económica (p.ej. enfermedad de un familiar, endeudamiento, carencia de agua) o cuando la presión los ahoga (p.ej. plantaciones que cierran el camino de una comunidad), no les queda más remedio que deshacerse de sus tierras. Hijos/as que forman su propio hogar presionan por la herencia, con la consecuencia de que las áreas por familia cada vez son menores. Y la molienda de dulces comienza a sufrir la escasez de mano de obra : el trabajo del arriero y del hornero es duro desde la media noche hasta las 9 de la mañana, por lo que los trabajadores, al paso de los años, aprovechan otras oportunidades como el trabajar en los aserraderos, cafetales o emigran buscando otras oportunidades.

Paulatinamente las relaciones de mediería se erosionan y la capacidad de decidir cede lugar a la fuerza del mercado que entra con diversos productos de consumo, con diferentes relaciones laborales, con créditos que financian el monocultivo, con el “nefasto abrazo” de insumos agrícolas caros y precios bajos para los productos campesinos ; es cuando la población murmura : “no nos aguanta el dinero”. También las leyes del estado les imponen impuestos y restringen el uso de sus áreas forestales, mientras protegen a la industria del azúcar. Así los grupos humanos, como una mazorca que se desgrana cuando pierde un grano, ceden sus lugares y se alejan a otras tierras o se proletarizan. Por ello es que no encontramos trapiches cerca de las ciudades ; se van alejando en la medida que el “efecto dominó” se recrudece. Es cuando la rentabilidad del Cuadro 1 se complica, porque comienza a operar con menos frecuencia.

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Esa práctica de establecerse y ser obligado a emigrar hacia las montañas parece, en los últimos 15 años, enfrentar cambios drásticos. Ya practicamente no hay más montaña a donde ir, por lo que esa válvula de escape se va cerrando. De ahí que crecientemente la población emigra a las ciudades y al exterior. Pero a la vez países como Estados Unidos cierran sus puertas a los migrantes. La paradoja es que ese ‘efecto dominó’ que parte desde la demanda de azúcar mediada por oligopolios, por un lado expulsa a las familias campesinas de sus tierras y por otro lado las rechazan de las metrópolis. Este es el segundo “nefasto abrazo”.

3. Agregación de valor al producto de forma asociativa

¿Cómo resistir más allá de los 25-30 años y parar los “nefastos abrazos” ? La Red Comal intenta una manera, el que las familias se organicen en empresas asociativas para agregar valor a la caña de azúcar : panela granulada (ver : “Eco comal, una marca campesina que cobra auge” en : Diario Tiempo, 4-8-2015).

En los municipios de Taulabé, Jocón y Yoro, en los últimos 5 años, 100 familias campesinas que tienen caña de azúcar en sus fincas diversificadas se han organizado en 3 empresas asociativas. En ellas, con apoyo de la cooperación internacional, han establecido tres plantas procesadoras. Aunque su rendimiento varía entre 60 y 72% de panela granulada, los cálculos en el cuadro 2, aun siendo basados en el menor rendimiento, son alentadores. Veamos, una familia asociada vende sus 20 tons de caña en L8,800, si basados en el cuadro 1 le descontamos L2,000 por el transporte de la caña, le queda como saldo L6,800 ; y luego, dependiendo de las políticas de la organización, dicha familia asociada tiene la posibilidad de acceder a parte del saldo de L5,753 que su caña generó en la organización. En solo 3 años, como promedio de estas experiencias, ya se nota la diferencia del ‘valor agregado’.

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El horizonte que nos ofrecen es aún más interesante. Según el cuadro los costos son el 81.8% del total de la venta, si en la medida que crecen en volumen y rendimiento (digamos del 60% al 70% de panela granulada), esos costos bajasen del 81.8% al 70%, entonces el saldo pasará los L10 mil y también el $0.10/lb. Ese es el compromiso de las tres organizaciones.

Volviendo a las comunidades, concretamente a Laguna de la Capa (Yoro) que ya se encontraba en el límite de los 25-30, el impacto de la planta transformadora se hizo sentir. Cuando la organización APROCATY inició, los precios del atado de dulce caían debajo de L500/carga (48 atados), los cañales a perderse y todos los síntomas descritos en la sección 2 comenzaban a aparecer. “La mazorca iniciaba a desgranarse”. La entrada de la producción de panela granulada contribuyó a que los precios de la caña y del atado de dulce subieran a L700, 800 y hasta L1000/carga de atado, porque buena parte de la caña se convertía en panela granulada lo que hacía escasear los atados de dulce. Esto comenzó a redinamizar lentamente la producción de caña de azúcar como parte de los sistemas de diversificación de las familias, de fomentar el consumo de un producto alternativo al azúcar refinado y alternativa productiva a las prácticas de degradación humana y ambiental de la industria del azúcar.

A pesar de la corta edad de estas experiencias, nos enseñan que no se trata solo de agregar valor a la caña de azúcar y de generar utilidades, pero de aprender a cooperar bajo reglas asociativas y empresariales. Por ejemplo, conocer el principio de identidad contable, en el que los gastos de la empresa se contabilizan aparte, el comprender que más efectivos son los órganos (junta directiva, comités, asamblea) más eficiente es la empresa que transforma y comercializa productos, y el reglamentar el uso de las utilidades para que contribuya al sentido de apropiación de los asociados sobre su organización y que a la vez permita aumentar el patrimonio de la organización. También nos enseñan que hay riesgos a futuro : el que dicha iniciativa termine fomentando el monocultivo de la caña de azúcar y erosione la estrategia de resistencia campesina-indígena, el que un grupo se apropie de la empresa, el que la administración maneje la organización de espaldas a los asociados…

4. El desafío de acompañar estos procesos

Para gestionar esos riesgos y crear condiciones para viabilizar el horizonte expresado, es necesario partir de la propia experiencia de las familias campesina-indígenas. Ellas han aprendido que van a dar los cambios SI tienen aliados de largo plazo –en las duras y en las maduras. La Red Comal expresa ese compromiso. Ese rol comprometido, sin embargo, enfrenta enormes desafíos, tres de ellos lo introducimos aquí.

Las familias campesinas han apostado por siglos a su propia organización de familia extendida y de autosuficiencia, lograr que esa apuesta escale organizacionalmente para una efectiva resistencia que les lleve a cruzar el umbral de los 25-30, implica superar instituciones centenarias bien arraigadas. “Sí, en eso me crié, y me hace falta”, la frase del Papá citado al inicio del artículo, significa que las prácticas que aprendió y las instituciones (p.ej. familia extendida, exclusión de las mujeres de la herencia y de las organizaciones) en las que creció van a persistir, y hasta le “hace falta”. En ese diálogo, tanto el hijo como el Papá obvian que hacer atados de dulce es rentable, como parte de una estrategia de diversificación, para un período de tiempo de 25-30 años. El cómo entender esas perspectivas en sus contextos para acompañarles, es un desafío monumental para cualquier aliado externo, porque tiene que estudiar esas realidades y preguntar por alternativas, algo difícil cuando estamos acostumbrados a dar soluciones estandarizadas a cualquier realidad.

La desconfianza campesina hacia actores externos, en particular a los comerciantes, es otra institución sembrada por siglos de despojo. Esa desconfianza ahora se expresa : “iremos a las reuniones si nos convocan”. Eso supone que quien convoca es el actor externo o un local con el aura de representante del actor externo, y que no van a tomar iniciativas de auto-convocarse y reunirse por sí mismos. Lograr que las reglas (estatutos) y los mecanismos democráticos de una organización puedan ser seguidos y usados, como la manera de “convocarse”, es otro desafío para cualquier organización acostumbrada a llegar a las comunidades y ser “el gran jefe” con recursos a mano.

Las familias asociadas en organizaciones con inversiones físicas importantes, suelen atrincherarse e impedir la entrada a nuevos socios. No permiten que ni sus hijos entren a la organización, mucho menos sus hijas. Difícilmente las organizaciones van a respetar sus mecanismos democráticos estatuídos si no hay cambios en su seno familiar, cambios en la equidad en cuanto a la herencia y en la toma de decisiones donde la madre y los hijos/as participen al igual que el padre. Sin asociados que experimenten cambios en sus familias, difícilmente la organización avanzará. Es el tercer desafío para cualquier organización aliada.

Concluyendo, la caña de azúcar entró a América Latina chorreando sangre humana y sometiendo a la naturaleza, una práctica continuada hoy en día bajo un ‘ropaje moderno’. Ante ello, como diría la Mamá del principio del texto, la panela granulada es más que el atado y el atado es más que la caña, es “sudor” : trabajo y vida. Detrás están familias campesina-indígenas que se organizan en torno a los atados y la panela granulada al mismo tiempo que profundizan su racionalidad de “no poner todos los huevos en la misma canasta”. ¿Será posible que estén iniciando a expresar una ruta de transformar productos campesino-indígenas sostenibles en la medida que transformen sus familias y sus organizaciones con mayor equidad ?


Les opinions exprimées et les arguments avancés dans cet article demeurent l'entière responsabilité de l'auteur-e et ne reflètent pas nécessairement ceux du CETRI.