En Latinoamérica, los vientos de cambio que soplan en la región han puesto en diáfana evidencia el “consenso mediático” (a la par e imagen del Consenso de Washington, matriz de las políticas neoliberales) establecido entre los grandes medios de difusión en defensa del statu quo, al punto que prácticamente se han convertido en un actor político más ante el debilitamiento de los partidos tradicionales conservadores. Y si bien esto ha repercutido en el malestar y la consiguiente pérdida de credibilidad, no es menos cierto que es un factor de poder seriamente establecido, en tanto pasa por sus manos la visibilidad pública.
Uno de los factores gravitantes de este nuevo panorama son los movimientos sociales que en resistencia a las expresiones perversas del neoliberalismo y al estrechamiento de la vida democrática, han logrado reconstituir su tejido organizativo y, poco a poco, formular alternativas para alcanzar transformaciones con un sentido de humanidad, teniendo como telón de fondo la democracia participativa.
En este proceso, de cara a los signos de los tiempos, en tales movimientos se ha venido afirmando el reconocimiento de que la comunicación es un “espacio estratégico de disputa”, si bien con respuestas muy disímiles, ya sea por la propia comprensión de la problemática, por limitaciones económicas, por las inercias organizativas o por las sensibilidades que pesan en esos conglomerados sociales (particularmente la predominante visión instrumental de la comunicación).
Sin embargo, todo parece indicar que la tendencia es hacerse eco de la proclama que se lanzó en Seattle en 1999 (en la pionera protesta global contra la Organización Mundial del Comercio, OMC) : “No critiquemos los media, ¡seamos los media !”. Esto es, que el desafío pasa por dotarse de recursos para comunicarse con “voz propia” tanto con sus bases como con la sociedad, sin depender de los grandes medios, que por lo general distorsionan las informaciones ; y, a la vez, articularse en “red” para multiplicar la capacidad de “romper el silencio”. Y en esto es indudable que la Internet ha sido un factor de importancia. A propósito, Noam Chomsky, en declaraciones al periódico mexicano La Jornada (19 de septiembre, 2004), precisamente sostenía que “el uso de Internet, además de facilitar y agilizar la comunicación dentro de los movimientos sociales y entre ellos, se presta para restar el control de los medios establecidos. Esos son dos de los nuevos factores más importantes que han surgido en los últimos 20 años”.
Movimientos.org
La iniciativa más relevante en la esfera de la comunicación que hoy por hoy están impulsando destacadas redes y coordinaciones sociales de América Latina y el Caribe es la Minga Informativa de Movimientos Sociales, en tanto se trata de un esfuerzo mancomunado para encarar el desafío de avanzar en la definición de políticas y estrategias de comunicación, a partir de la construcción práctica de un tejido comunicacional propio. “Minga” es una palabra kichwa que significa trabajo colectivo.
La Minga Informativa está conformada por la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC/Vía Campesina), Red de Mujeres Transformando la Economía (REMTE-Marcha Mundial de Mujeres), Asamblea de Pueblos del Caribe, Enlace Indígena, Diálogo Sur-Sur LGBT, Grito de los Excluid@s, Jubileo Sur, Frente Continental de Organizaciones Comunales (FCOC), Red de Mujeres Afrolatinoamericanas y Afrocaribeñas (RMAA), COMPA, Agencia Latinoamericana de Información, Revista Caminos y Brasil de Fato.
Se trata de actores sociales cuyo proceso de articulación arranca con la Campaña Continental 500 años de Resistencia Indígena, Negra y Popular (1989-1992, como crítica al V Centenario del inicio de la conquista española) en la cual particularmente confluyen organizaciones indígenas, campesinas, comunidades afrodescendientes, mujeres y pobladores de los barrios populares.
Más allá de los resultados inmediatos de esta campaña (logró neutralizar el carácter festivo del V Centenario), su importancia radica en las dinámicas organizativas que surgieron de ella con la conformación de coordinaciones sectoriales supranacionales que hacia 1998 habrían de reencontrarse en torno a una “agenda común”, propiciada por el Grito de los Excluidos/as conjuntamente con la Alianza Social Continental, la Campaña contra el pago de la Deuda Externa, la Marcha Mundial de Mujeres ; que deriva luego en el impulso a la Campaña Continental contra el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), como también al proceso del Foro Social Mundial, entre otras iniciativas convergentes.
Una de las características de estas dinámicas organizativas ha sido la adopción de mecanismos de coordinación descentralizados y en red que funcionan por consenso, respetando la autonomía y ritmo de cada organización integrante, para cuyo funcionamiento la Internet llegó como anillo al dedo.
Justamente, la motivación inicial que abrió el camino a lo que es hoy la Minga Informativa, fue una preocupación común por capitalizar las potencialidades de Internet, con la creación del portal : www.movimientos.org (entonces bajo el nombre “Comunidad Web de Movimientos Sociales”), donde cada red o coordinación comenzó a construir su propio sitio Web, albergando o estableciendo enlaces a los sitios de sus organizaciones miembros. En el caso de la CLOC, por ejemplo, aloja el sitio en español del Movimiento Sin Tierra de Brasil, de la Confederación Campesina del Perú, de la Asociación de Trabajadores del Campo de Nicaragua, por decir algo.
En la actualidad, este portal cuenta también con sitios comunes : la Campaña Continental contra el ALCA y los TLC y la Campaña Continental por los Derechos de la Comunicación, en las cuales están involucradas las coordinaciones y redes de la Minga Informativa. Además incluye la cartelera informativa “Pasa la voz”, que recoge tanto las informaciones que ellas proporcionan, como las que aportan otras organizaciones sociales.
En el plano de difusión, el portal se complementa con la lista electrónica PasaLaVoz, que se encarga de difundir parte de la información de la cartelera, además de alertas y noticias urgentes de la pluralidad de organizaciones en resistencia, pues la Minga Informativa no se circunscribe corporativamente a los movimientos que la conforman, sino que se asume como un componente más de las fuerzas que pugnan por un cambio social profundo.
Una agenda social en comunicación
El sentarse en una misma mesa en torno a un proyecto compartido (esto es, compuesto de partes conjuntadas, donde cada quien hace su tarea propia), dio lugar a que de a poco se pase a considerar preocupaciones comunes y la necesidad de actuar en esos términos. Esto es, un salto que implica no sólo estar juntos, sino construir una agenda colectiva tanto para responder a las urgencias operativas como para asumir el desafío de pensar en políticas y estrategias comunicacionales que correspondan a los propósitos organizativos.
Con relación a lo primero, a partir del año 2002 se consagra el nombre de Minga Informativa (con ocasión de la “Jornada Continental contra el ALCA” que tuvo como epicentro Quito, Ecuador, en el mes de octubre) bajo la modalidad de un “pool informativo” conformado por comunicadores/as de organizaciones miembros. Desde entonces, es un recurso clave cuando se trata de dar cuenta de los principales eventos, campañas, actividades, etc. propiciados por o en los que intervienen los movimientos sociales del continente.
Su particularidad : presentar con voz propia el protagonismo, las luchas, los hechos, los desafíos, las propuestas, etc. de los movimientos sociales. Con el tiempo, se comienza a definir una programación de trabajo permanente (y no sólo de evento en evento) cuya matriz parte de la agenda definida por las Asambleas de Movimientos Sociales (en espacios como el Foro Social Mundial y Foro Social de las Américas). Este sentido de sinergias y su solvencia cada vez mayor, han gravitado para que la Minga Informativa se proyecte y se afirme como un referente legítimo de los movimientos sociales.
Pero además, al desenvolverse bajo las premisas de aportar y aprender, de proponer y hacer, el tema de la formación, particularmente la reflexión sobre políticas y estrategias de comunicación de las organizaciones sociales, también ha registrado una valoración creciente. Tanto es así que, a lo interno, uno de los retos mayores que se ha fijado es “formar formadores” en comunicación, con capacidad de multiplicar los conocimientos dentro de su respectivo país, red, organización, y entre sus bases. En esta materia, desde mediados de 2007 ha iniciado un programa de formación experimental a distancia, con una plataforma virtual en Internet.
De modo que se trata de un proceso que arrancó con un doble desafío : contribuir a la visibilidad de los movimiento sociales y sus luchas, y apoyar/dinamizar las articulaciones internas y externas de sus redes y coordinaciones sociales. En el recorrido, conjugando la reflexión y la acción, fue estableciendo puntos comunes de referencia, valores compartidos, para luego avanzar hacia una “unidad programática” en proceso, que reconoce la urgencia de construir “una agenda social en comunicación” conjuntamente con el conjunto de expresiones, movimientos y luchas que reivindican que “otra comunicación es posible”.
Al respecto, sostiene que “se trata de asumir el desafío de encarar la comunicación como un factor constitutivo y constituyente de los procesos organizativos de los movimientos sociales, entendiendo que es un espacio de disputa estratégica. Entre otras cosas, esto implica que a lo interno se definan políticas comunicacionales orientadas a consolidar la cohesión e identificación colectiva, sin por ello anular la pluralidad ; a robustecer los valores compartidos (discurso) ; a clarificar la identificación, selección y combinación de medios eficaces para alcanzarlos objetivos trazados ; a lograr mayor eficiencia y eficacia en la coordinación de acciones. Todo ello, sin perder de vista la importancia de propiciar un diálogo constructivo con actores relevantes del entorno (alianzas) e incidir sobre espacios estratégicos y de decisión, y -sobre todo- ante la opinión pública” [1].
En esta perspectiva, acota, se presenta “el desafío de aprovechar mejor los diferentes medios con que cuentan las organizaciones y movimientos (propios y cercanos), articulando las nuevas tecnologías (Internet, correo electrónico, etc.) con los medios tradicionales (radios comunitarias, boletines, expresiones del arte popular y hasta la transmisión oral entre otros), teniendo presente que esta articulación sólo es posible lograrla con el entrecruzamiento del eje organizacional (movimiento, red, organización, etc.) con el eje comunicacional. Después de todo, el ‘consenso mediático’ cuenta con la superconcentración de medios con altos recursos financieros y tecnológicos que le permiten ‘hablar’ más alto y -aparentemente- dominar el escenario, pero nosotros podemos llegar aunque sea con un susurro más profundamente a los sectores populares”.