Aplazado varias veces, hasta el punto de acumular un retraso de cuatro años y vaciar el Senado, la Asamblea y las autoridades locales de sus responsables, las elecciones generales se celebraron finalmente en Haití, en la segunda mitad de 2015. La segunda vuelta presidencial, inicialmente prevista para el 27 de diciembre, bajo la presión de la calle y la protesta que no cesa de ampliiarse, ha sido postergada (hasta nuevo aviso) al 24 de enero de 2016. Una parte importante de la sociedad Haití sigue denunciando en la primera ronda – donde el candidato del presidente Martelly, Jovenel Moïse, habría llegado primero, seguido de Jude Celestin, delfín del ex presidente René Preval – una farsa orquestada por el gobierno.
IMPASSE ELECTORAL
Errores, irregularidades o fraude ? Estos tres términos dibujan los problemas y desacuerdos de las elecciones en curso. Para los principales partidos de la oposición – muchos de los cuales, incluyendo a Jude Celestin, agrupados en el G-8 – como para muchas organizaciones haitianas de derechos humanos, el proceso electoral ha sido hipotecada por el fraude masivo y sistemático, organizado por Martelly.
Puesto bajo presión, el gobierno se vio obligado a constituir, a último minuto, una Comisión de Evaluación Electoral Independiente (CEEI), que acaba de presentar su informe el 3 de enero. Aunque su independencia fue disputada inmediatamente, el representante de derechos humanos que hacía parte se negó a firmar el informe al no compartir las conclusiones y la Comisión se encontró con la negativa de los otros candidatos presidenciales – que sólo veía un instrumento de poder – a reunirse, su informe no carece de interés. El documento afirma en efecto : “las elecciones del 25 de octubre fueron viciadas de irregularidades”. Y señaló que “casi 2/3 de las [actas de las mesas de votación] examinadss presentan 1 a 3 irregularidades graves” [1].
Por su parte, la comunidad internacional se ha mostrado el más proactivo por completar el ciclo electoral. Desde el gobierno de Estados Unidos hasta la ONU, pasando por la Unión Europea (UE), todos no han cesado de felicitarse por la celebración de elecciones y de instar a que el proceso electoral se lleve hasta su finalización, lo antes posible. Al reconocer la dependencia del Estado haitiano hacia sus donantes internacionales, y tener presente que las elecciones son financiadas en un 75% por la comunidad internacional, se mide mejor el peso de tanta insistencia.
Para la UE, si hubiera habido fraude, era mínimo. Ella más bien ve errores. Nada que podría poner en duda el ciclo electoral y los resultados oficiales. Obviamente, estas evaluaciones e interpretaciones diferentes – entre errores, irregularidades o fraude – embarullan dimensiones técnicas y políticas.
“RE-VOTAR MEJOR”
En un comunicado oficial, la UE dijo haber tomado nota de las recomendaciones de la CEEI para la continuación del proceso electoral. Las recomendaciones ; nada del análisis. Debido a que, aunque en gran medida sujeta a la visión del poder, ésta se monstró sorprendentemente más crítico que toda la experiencia europea, al apuntar el dedo a la responsabilidad de las numerosas irregularidades que han viciado las elecciones : “la institución electoral ya no disfruta del crédito que le permita continuar el proceso sin el peligro de conducir al país a una crisis aún mayor”. Añadir a esto, los carnets de acreditación distribuidos – y enseguida revendidos parece – a más de 900.000 representantes de los partidos políticos que podrían votar fuera de sus centros de votación, y sobre quienes pesan fuertes sospechas de fraude.
Hay que dejar de lado estas pobres críticas mezquinas, para ganar altura y recuperar el aire revivicante de los comunicados de la UE, que se felicita por la evolución positiva del Consejo Electoral Provisional (CEP) – institución encargada de organizar las elecciones y cuyos vínculos con el poder son condenados por gran parte de la sociedad -, viendo en las elecciones del 25 de octubre “un éxito” y evoca, lírica, “un soplo de esperanza para la democracia haitiana” [2]
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José Antonio De Gabriel, jefe adjunto de la Misión de Observación Electoral de la UE a Haití, en una entrevista con la Radiodifusor Métropole, el 29 de diciembre de 2015, barrió con un reves los índices de fraude masivo revelados en las actas de votación incompletas o mal llenadas. La situación ha sido analizado, el problema identificado, marcado y enfocado – y está en proceso de ser resuelto. Se trataría, de hecho, de “errores infantiles, humanos, completamente comprensibles, de gente cansada" [3]. Los haitianos, estos grandes niños, un poco perezosos, muy quejosos y demasiado sospechosos, simplemente fueron demasiado cansados por la noche, para completar adecuadamente las actas de votación. ¡Las malas condiciones logísticas – aunque financiadas por la comunidad internacional – la incapacidad y la falta de aptitud para el trabajo intensivo habrán hecho el resto !
La CEEI converge “felizmente” con la comunidad internacional en su desconexión entre un análisis denunciando las irregularidades y las recomendaciones – deseo pío de una moralización del proceso electoral y una reconciliación entre todos los actores -, consagrando a priori la celebración de la segunda ronda. Se supone que esta última, organizada por el CEP, que ha perdido toda credibilidad, establecerá la legitimidad de las instituciones para los próximos años.
Por tanto, es necesario reflexionar sobre la estrategia de la UE. Si, en los comunicados de prensa, pretende dialogar “con todas las partes involucradas en el proceso electoral” [4], es evidente que no está escuchando a la gran mayoría de los movimientos campesinos, de mujeres, organizaciones sociales, de las iglesias y redes de derechos humanos – algunos de los cuales tienen un partneriado con la UE – que se niegan a avalar esta “farsa electoral”. Prueba, entre otros, de esta brecha : el despliegue de una misión de observación en Haití, el 15 de diciembre de 2015, en vistas de la segunda vuelta programada para el 27 de diciembre (se pospuso unos días más tarde), a pesar de que el segundo candidato, Jude Célestin, se negaba a hacer campaña y de las movilizaciones importantes exigiendo la anulación o, al menos, una revisión independiente de los resultados de la primera ronda. La presencia de esta misión, en esa fecha, marca la voluntad de continuar, cueste lo que cueste, el proceso electoral, y por lo tanto, implícitamente, el apoyo a Martelly.
De hecho, existe una alianza objetiva entre la comunidad internacional y Martelly a dos niveles : comparten las mismas opciones neoliberales – implementadas en Haití – y son los principales – si no los únicos – interesados en finalizar el proceso electoral. Con o sin el pueblo haitiano.
COMUNIDAD INTERNACIONAL
Las elecciones en Haití tienen en común con la reconstrucción post-terremoto, el hecho que los Estados Unidos, la UE y los actores internacionales, ahí cumplen los roles principales ; a la vez patrocinadores, árbitros y destinatarios principales. Al negarse a aprender del pasado, al negar obstinadamente su responsabilidad en la introducción del cólera en el país, tienden a aislar a los males que golpean a Haití en el retraso del progreso, la incomprensión de una cultura, el ADN de un pueblo o el destino de una historia.
Por último, para la comunidad internacional, el principal problema de las elecciones como de la reconstrucción, son los propios haitianos. Permanecen afuera, al costado o en exceso. En realidad, hace falta revertir el orden de los factores : hoy como ayer, la esperanza de un cambio reside en el pueblo haitiano, mientras la comunidad internacional participa más del problema que de la solución de Haití.
Traducción del francés gentileza Diálogo 2000 – Jubileo Sur Argentina.