Del año 2000 en adelante, en Bolivia, con la irrupción de los movimientos sociales a lo largo del territorio, se ha vivido un ciclo de luchas, que perdurará hasta 2005, caracterizado por levantamientos indígenas e insurrecciones, algunos de ellos denominados “las guerras de
los recursos naturales”.
En este ciclo, el movimiento indígena- popular gradualmente organizado y movilizado logra
consolidar y crear una diversidad de espacios autónomos de autoorganización, estructuras políticas paralelas e inclusive alternativas al orden estatal y sistema partidario de participación y decisión política : “la otra organización socio-política”. Los llamados movimientos sociales consiguen transformar radicalmente el escenario político y en poco tiempo se convierten en el principal actor del campo político con capacidad de modificar políticas públicas ; debilitar el sistema político, sostenido hasta entonces fundamentalmente en la votación de tres partidos (MNR, ADN y MIR) ; erosionar el sistema de creencias dominante hasta esa época sustentado en la fe de las virtudes de las privatizaciones y los pactos partidarios ; y –lo más significativo– sacudir y poner en crisis al Estado y sus estructuras.(...)