De un contexto gris en el cual predominaban las voces que promovían el retorno neoliberal, que es la característica esencial del régimen de Moreno, hoy emerge un escenario multicolor y vivo de la diversidad de actores sociales y políticos que ponen en cuestión los preceptos fundamentales neoliberales : achicamiento del estado y apertura al capital extranjero por la vía extractivista.
El movimiento indígena, con la Conaie a la cabeza, surge como actor social fundamental en el escenario nacional, a la par cobran protagonismo los movimientos barriales, ecologistas y de mujeres, que tomaron parte en el levantamiento y presentan las demandas de diversas organizaciones sociales.
Los portavoces de la derecha y el neoliberalismo han perdido legitimidad y sus postulados quedan reducidos a los espacios propios de sus clases y gremios, pero no logran adhesiones en el campo popular.
Es muy importante la coincidencia histórica, el emergimiento casi simultaneo de las revueltas populares en el Ecuador y en Chile, con el despliegue de las movilizaciones y protestas multitudinarias.
Eso permite leer a ambos como un proceso regional que pone en cuestión al modelo neoliberal y sus principales instrumentos : el Fondo Monetario Internacional y los gobiernos derechistas.
Por otro lado, es trascendente dar cuenta de las evoluciones en las negociaciones entre el gobierno de Lenin Moreno y la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador.
Para el efecto la Conaie, hace un par de semanas, convocó a la estructuración de un “Parlamento de los Pueblos, Organizaciones y Colectivos Sociales” el cual llegó a agrupar a cerca de 180 organizaciones sociales que discutió y aprobó el documento “Propuesta alternativa al modelo económico y social” [1] el cual fue presentado el 31 de octubre a las entidades de intermediación en la negociación con el gobierno, esto son los representantes de Naciones Unidas y de la Conferencia Episcopal, y a la par entregado a los representantes gubernamentales. [2]
La estructuración de un Parlamento popular diverso es un paso positivo clave pues abre el escenario de representación directa no solo al movimiento indígena, sino que además logra articular a un espectro amplio de organizaciones y ciudadanía.
A la par la presentación de una propuesta que coloca al centro la propuesta de un modelo económico – social alternativo, en oposición al modelo neoliberal, y que sostiene la recuperación de la economía social y solidaria, así como una serie de medidas tributarias para los sectores de grandes empresas y transnacionales, lleva a que el debate no se reduzca a resoluciones coyunturales sino cuestione al neoliberalismo.
El presidente Lenin Moreno ha respondido inicialmente con un conjunto de medidas estrictamente en el ámbito agrícola, pecuario y de instituciones educativas [3], bajo la estrategia de una propuesta economicista, de corto plazo y bajo el esquema de focalización de las políticas sociales
La magnitud masiva y fuerte que alcanzó la revuelta indígena – popular y la legitimación que tuvo eventos como la transmisión en directo por medios de comunicación de la primera sesión de la negociación, dan la iniciativa al movimiento indígena y popular.
Esto genera una enorme preocupación no solo en el régimen morenista, sino en el conjunto de las clases dominantes, las cuales responden con un discurso de que se trata de un intento de golpe de estado y de calificar la situación como “insurrección frente al estado”. El Ministro de Defensa ha anunciado la elaboración de instructivos ubicando medidas y dispositivos ante una amenaza insurreccional [4].
La situación es compleja, no puede ser reducida a una perspectiva coyuntural, es principalmente una perspectiva de largo alcance : un bloque social y un acumulado ético – cultural que se opone al neoliberalismo y que tiene en el movimiento indígena un pilar fundamental.