Cuando los gobiernos y grupos rebeldes firman los acuerdos de paz, las confrontaciones militares entre ambas partes llegan a su final. Se abre entonces un espacio de esperanzas y de flujo de recursos e ideas ; y también de realidades de despojo, de cooptación de organizaciones populares y de manipulación de las palabras encubriendo esas realidades. Es un contexto de oportunidades para una paz exigente con justicia, equidad y sociedades democráticas, y es un contexto de riesgos en que la desigualdad, la injusticia y el autoritarismo, mecanismos estructurales generadores de guerras, se recrudezcan.
¿Qué hace diferencia en esos contextos ? Argumentamos que la inter-acción de las instituciones del estado, del mercado y de la sociedad, comprometidas con la democratización dando mayor espacio a las familias excluidas y olvidadas, hace diferencia. En ello, una sociedad fuerte e igualitaria dinamiza esa inter-acción y construye la paz como ‘continuación de la política’ por otros medios. Para que esa sociedad sea fuerte, sus mayores bases potenciales son las organizaciones asociativas. Precísamente aquí está el quid de la cuestión : los sindicatos que surgieron ante la industrialización en el s. XVIII ya fueron erosionadas en el mundo bajo las políticas neoliberales de ‘flexibilización laboral’ ; las ONGs y las Fundaciones que emergieron como la expresión de la sociedad civil entre 1980 y 2010 ya han sido diezmadas con la reducción de la cooperación internacional ; las iglesias (o comunidades) de base que emergieron con la apertura de la Iglesia a raíz del concilio Vaticano II, ya fueron borradas por el conservadurismo del Papa Juan Pablo I y Benedicto ; y los movimientos sociales, que emergen una y otra vez como protesta ante las distintas injusticias, son cooptadas y/o golpeadas por los distintos gobiernos independientemente de su signo ideológico. Esa mezcla de neoliberalismo económico y conservadurismo religioso ha ido acabando con las expresiones asociativas. Solo quedan expresiones asociativas, particularmente las cooperativas, éstas sonuna institución mundial con más de 200 años de existencia, y dependiendo de las circunstancias han contribuido, u obstaculizado, a esa paz exigente. ¿Bajo qué condiciones las cooperativas contribuyen a esa paz exigente ? ¿Qué dinámicas de apoyo requieren esos procesos cooperativos ?
Para responder ambas preguntas nos adentramos a la experiencia de los países de Centroamérica que sufrieron guerras intestinas a lo largo de su vida independiente, guerras que se recrudecieron en las décadas de 1970 y de 1980, y que después de 1990 experimentaron períodos de ‘post-acuerdos’. Lo hacemos también mirando a América latina en su conjunto, de países como Colombia firmando los acuerdos de Paz, y otros países donde pareciera que los sistemas autoritarios ganan terreno independientemente de sus signos ideológicos discursivos.
La sección que sigue conceptualiza la noción de ‘coonflictos’ como cooperación en medio de conflictos, en los que las organizaciones asociativas se mueven y se debaten. La tercera sección discierne el contexto de la región de Centroamérica. La cuarta sección describe los procesos en que las cooperativas contribuyen a una paz exigente, y vislumbra el tipo de apoyo que esos procesos requieren. Las conclusiones, a la luz de los hallazgos, invitan a la comunidad académica a entender a las organizaciones asociativas, constituirse en sus aliadas, y producir conjuntamente un conocimiento que haga más fuerte a nuestras sociedades, más equitativas y más democráticas, contribuyendo a la paz como continuación de la política por otros medios.