Mahoney (2001) [1] “juntura crítica” como el momento de contingencia en que de varias opciones se decide por una, institución que se auto-refuerza y que es desafiada a través de procesos de reacción y contra-reacción alcanzándose nuevos resultados. Con relación a la Costa Atlántica avizoramos dos “junturas críticas”, la primera en el contexto de políticas liberales la anexión de la Reserva de la Mosquitia en 1894 y la segunda en el contexto de una guerra la ley de autonomía en 1987 dando lugar a una Nicaragua multiétnica. Éste proceso se reforzó en 2001 con el fallo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a favor de Awastingni, y en 2003 con la ley 445 de titulación y demarcación de tierras comunales. Como resultado, hasta mediados del 2014 se demarcó 37,190 km2 de territorio indígena y afrodescendiente (31% del territorio nacional), restituyendo el derecho a 304 comunidades. Bajo este marco, aquí argumentamos que el país multiétnico se encuentra ante una nueva “juntura crítica”, cuya decisión marcará las siguientes décadas.
Un territorio multiétnico puesto en duda
La titulación y demarcación de territorios ha sido precedida y acompañada por el avance de la frontera agrícola y la sistemática extracción de los recursos naturales por parte de grandes empresas. Dos casos ilustran algo de esta compleja situación. El caso de la comunidad de Awastingni (territorio AMASAU) con alrededor de 69,000 Has pasó entre 2001 y 2015 de controlar el 95% de su área a menos del 15%, y las familias mestizas de controlar 5% a 85% (según Larry Salomón Pedro, líder Mayangna, 92% “está invadido por colonos”, LP-25-07-2014 http://www.laprensa.com.ni/2014/07/25/nacionales/204699-piden-saquen-a-colonos) ; y ese menos del 15% es área dividida en familias Mayangnas, no existiendo en la práctica tierra comunal, salvo legalmente bajo el título territorial. Y el caso de las comunidades Miskitu de Saupuka, Ulwas y Bilwaskarma, a raíz del huracán Mitch (1998) que provocó el desvío del río coco, definido como “línea divisoria” entre Nicaragua y Honduras (http://www.laprensa.com.ni/2012/06/22/nacionales/105922-si-el-rio-se-mueve-se-mueve-la-frontera), perdieron 4,400 Has que ha sido ocupada por hacendados de Olancho (Honduras).
Las causas que llevaron a estos resultados se reduce a culpar a los “mestizos invasores” y al fenómeno natural del huracán Mitch, y desde ahí se proponen políticas de “saneamiento”, que el Estado expulse a los mestizos y negocie con el gobierno de Honduras para que la “línea divisoria” quede por donde antes pasaba el río. A continuación buscamos otras explicaciones y luego esbozamos una propuesta.
El peso de las estructuras y de los actores
La historia, sistemas de producción, mercados y formas de organización explican la situación presentada arriba. Sobre lo primero, la relación Mayangna–Miskitu ha sido históricamente tensa, incluyendo expulsiones de un territorio a otro, incluso tuvo que ver en el cambio de nombre de Sumo a Mayangna. Referida a Awastingni, en 1991 un grupo de Miskitu participó en el arreglo con la empresa Solcarsa para extraer madera de Awastingni, lo mismo pasó en 2003 con Madensa, situaciones que llevaron a que los Mayangna demandaran al Estado ante el CIDH ; en 2009, un año después de la titulación del territorio AMASAU, un grupo de Miskitu intentó tomarse parte de AMASAU, impedido con el apoyo de mestizos que los Mayangna llamaron “mojones humanos” ; y en 2010 la empresa maderera de Mpinicsa inició en acuerdo con grupos Miskitu a extraer madera de Awastingni, lo que fue resistido por los Mayangna. Estas relaciones, según un líder Mayangna, crearon una sensación de que “la tierra no valdría” acelerando con ello a que los Mayangna agarrasen tierras y las vendiesen a los mestizos.
En el caso de los Miskitu de Saupuka, Ulwas y Bilwaskarma, la institución hacienda se ha hecho sentir ; buena parte de las áreas hoy reclamadas por ellos, antes de 1980 eran una hacienda ganadera de una familia Creole y desde 2006 por hacendados de Olancho. La persistencia de la hacienda, que muchas veces confrontó a las comunidades Miskitu de Nicaragua y de Honduras, es conocida en América Latina por sus relaciones despóticas económica, social y políticamente. Es decir, con o sin el desvío del río, la mayor parte de esas áreas han sido gobernadas por las haciendas.
Sobre el sistema de producción, las familias Mayangnas tienen su yamak donde siembran frijol (y filipitos), yamak que anualmente lo rotan de un lugar a otro, y que ha respondido a su consumo, mientras han buscado dinero en efectivo para comprar su sal o ropa trabajando en las bananeras y guirisería (1950-1970s), del Estado (1980s), y de las empresas madereras, mestizos, cooperación internacional y del Estado (1990-2015). Los Miskitu de las 3 comunidades (Saupuka, Ulwas y Bilwaskarma) difieren algo de los Mayangnas, tienen su insla al otro lado del río que los hacendados les permiten, siembran frijol y arroz para su consumo y parte de ella para comprar su sal o ropa, también reciben pago por trabajar en las haciendas y obtienen algo de recursos por la venta de madera. La mayoría de los indígenas históricamente han tenido cultivos anuales, lo que junto con los potreros de las haciendas ganaderas, contribuyó al desvío del río, pues un río tiene más dificultades de desviarse cuando está bordeado por árboles y cultivos permanentes. También hay algunas familias Mayangnas y Miskitu con cultivos permanentes y que producen y venden sus productos. Nuestra hipótesis es que el no producir para ambos fines, consumo y compra de productos, ha contribuido a la fragilidad de su sistema económico y a la venta o pérdida de sus tierras.
Los mercados endurecieron esas prácticas, de producción para solo consumo, y obtención de dinero por otras vías. Awastingni, en los últimos 20 años, ha gozado de recursos financieros, habiendo recibido probablemente millones de córdobas de parte de empresas madereras (Madensa 1993-1998, Amerinica 2000-2003, Mpinicsa 2010-2011 y Dusa 2015-2020), venta de tierra a familias mestizas que según líderes indígenas incluye un poco más del 50% del área total (considerándose el resto del área invadida por mestizos), y por proyectos de la cooperación internacional o del Estado. En Saupuka la mayor parte de la extracción de madera se da desde Waspam y Bilwaskarma de forma ilegal, por lo que solo una parte de pequeños madereros paga a Saupuka ; esta situación ha acrecentado las tensiones por ejemplo entre Bilwaskarma y Saupuka expresado en “disputa por linderos” ; y dado que las familias de Saupuka están en mejor situación económica que Awastingni, a 6 kms de la cabecera municipal de Waspam, las empresas como Curacau y Gallo más Gallo les dejan bienes y equipos a crédito con intereses de usura.
Por estos 3 factores, la estructura de gobierno en ambos casos se ha vuelto piramidal y débil. Líderes y familias Mayangnas vendieron sus tierras, proveyendo “avales de posesión” como prueba de las ventas, y en muchos casos vendiendo la misma área 2, 3 y hasta 4 veces a diferentes familias mestizas ; en correspondencia, hay un liderazgo más en función de lo externo (mestizos, empresas y organismos), con débiles contrapesos en la comunidad que les ayude a ser transparentes y usar bien los recursos. En Saupuka, la estructura de organización, aunque dividida y con cierta beligerancia comunitaria, es sobrepasada por la fuerza de la institución hacienda. En el tiempo, las estructuras de organización fueron moldeadas más en función de los recursos externos y “liberados” de quienes los nombraron, un proceso alimentado por los mismos actores externos (organismos, empresas, mestizos) que se han vinculado solo con los líderes pasando generalmente por encima de las comunidades.
Ante una tercera “juntura crítica”
Con estos elementos, de una tensa relación Mayangna-Miskitu, conflictos intra-étnicos, relación Mayangna–Mestiza, influencia de empresas y organismos, y de una estructura de gobierno que adolece de contrapesos internos y externos, se ha logrado que el 31% del territorio del país esté demarcado a nombre de comunidades indígenas y afrodescendientes, y que en la práctica esté en disputa dado que la población mestiza en la Costa pasa el 76% (Gonzalez, 2014 [2] ). De esto, consideramos, la Nicaragua multiétnica está a las puertas de su tercera juntura crítica. Tres caminos se avizoran : uno, imposición total de la institución hacienda ganadera (más que campesina) y de mega empresas extractivas con sus múltiples efectos económicos, sociales, políticos y ambientales ; dos, auto-gobierno indígena que incluye respeto a la propiedad colectiva e individual y respeto a la naturaleza ; y el tercero, una sociedad multiétnica incluyente con alianzas históricas y de base, acompañado de un modelo –como diría Polanyi– de “sociedades con mercados”. Consideramos que los dos primeros caminos están confrontadas, el primero movido bajo el “efecto dominó” (Mendoza, 2004 [3]) con consecuencias lamentables, y el segundo –aunque es el más justo y legal– está cada vez más reducido, por lo que urge trabajar con pragmatismo el tercer camino.
¿En qué consistiría este tercer camino ? Primero, las familias indígenas impulsen sistemas de producción diversificada que combine bosque, agricultura (cultivos anuales y permanentes) y ganadería, garantizando su consumo y escalonando sus ingresos. Segundo, hilar alianzas endógenas entre familias Mayangnas y familias mestizas de origen campesino con sistemas diversificados y con acuerdos de poseer menos de 100 mzs por familia mestiza o Mayangna, combinando el respeto a propiedades colectivas e individuales, y una alianza entre Miskitu de Nicaragua y de Honduras ; en ambos casos con capacidad de hacer recular a la institución hacienda ganadera más allá de las fronteras. Tercero, que las estructuras de gobierno territorial y comunal desarrollen contrapesos internos (p.ej., comisiones para administrar recursos externos y repensar sus estrategias de diversificación) y externos (p.ej. microfinancieras de la Costa para proteger los recursos de las comunidades, y la Iglesia Morava, por sus vínculos históricos con poblaciones indígenas de la Costa, cultivando lazos con el lado de Honduras, concretizando su evangelio de espiritualidad, solidaridad y formación. Cuarto, las Universidades BICU y URACCAN, en colaboración con instituciones como Nitlapan-UCA, re-inventen sus instituciones de mediación de conflictos basados en investigación participativa para superar el discurso de “invasores” y “víctimas” y vislumbrar las limitaciones y posibilidades de colaboración detrás de las confrontaciones.
Concluyendo, de cara al tercer camino como opción realista en la actual “juntura”, el problema no es carencia de recursos financieros, pero de administrarlos ; no es de escasez de tierra y de leyes, pero de trabajar respetando las leyes nacionales e internacionales ; y no es escasez de liderazgos, pero de una institucionalidad con contrapesos de abajo y de arriba, con participación de mujeres en dichas estructuras, recuperando el origen circular de funcionamiento de las estructuras indígenas, y con apoyo de organizaciones que se vinculen con líderes y con la población misma. Nicaragua en 1987 abrió camino en América Latina con su ley de autonomía ; Nicaragua puede nuevamente abrir camino en el continente en base a una colaboración estratégica indígena-campesina para una sociedad multiétnica, con una institucionalidad incluyente y desarrollo sustentable.